El quebrantahuesos era común en las serranías andaluzas hasta principios del siglo XX. La acción del ser humano acabó extinguiéndolo aquí hacia el año 1986. A partir de entonces y con nuevas sensibilidades de la sociedad por el Medio Ambiente, la Junta de Andalucía inicia los primeros pasos para su recuperación pues una especie altamente emblemática y situada en la cúspide de la cadena trófica. En las décadas siguientes el Programa de Reintroducción se consolida sensibilizando a la sociedad andaluza sobre el interés del retorno de la especie para la biodiversidad pues actuaría como especie paraguas, es decir, que protegiéndola a ella se protegería a otras muchas especies en las montañas donde habiten. Entre las diferentes causas de mortalidad no natural del quebrantahuesos en España (recolección de huevos y pollos, captura de adultos, disparos, impacto o electrocución en tendidos eléctricos y venenos) todas a excepción de la última no parecen ser preocupantes en Andalucía. Sin embargo la última, el uso ilegal de cebos envenenados en el medio natural, es el enemigo a batir para proteger no sólo la vida del quebrantahuesos sino la salud medioambiental en general. La sedición de determinados individuos que, pese a constituir un delito penado por la Ley, siguen recurriendo a este método para un supuesto control de depredadores, ha golpeado las ilusiones del proyecto. Cuatro ejemplares del programa murieron envenenados, los últimos, en la primavera de 2011. El último ejemplar fallecido fue Tranco, un macho liberado en 2010. El ave murió en julio de 2011 aunque sus restos se acaban de hallar. El emisor GPS del animal comenzó a dar localizaciones interrumpidas y poco fiables generando sospechas entre el equipo de seguimiento que realizó a lo largo del último año una serie de búsquedas dirigidas sin encontrar rastros del ave ni del emisor. En este tiempo, el avistamiento de un ejemplar de similar apariencia en la provincia de Albacete devolvió la esperanza sobre la pervivencia del ejemplar. Sin embargo a finales de julio de 2012 nuevas señales del emisor, esta vez más precisas, originaron una nueva búsqueda que ha concluido encontrando los restos del ave y del emisor en un área muy escarpada de la sierra de Castril. Las causas de la muerte se desconocen y el cadáver ha sido enviado para su análisis al Centro de Análisis y Diagnóstico de la Fauna Silvestre de Andalucía. Tras la muerte de los últimos quebrantahuesos en 2011, en Castril, se puso en marcha el ambicioso plan “Refuerzo de Actuaciones para la erradicación del uso del veneno en el Parque Natural de la Sierra de Castril y en las vecinas sierras de La Cabrilla y del Pozo (P. N. Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas)”, una estrecha colaboración, muy bien coordinada por la Consejería de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, entre la estrategia Andaluza para la erradicación del uso ilegal de cebos envenenados, los agentes de Medio Ambiente, el SEPRONA, el Ayuntamiento de Castril y sus cazadores y ganaderos y la Fundación Gypaetus. El Plan recoge una serie de acciones concretas para sensibilizar, prevenir, persuadir y perseguir el delito. La puesta en marcha del “Plan Castril” a lo largo del verano de 2011, está dando sus frutos. Así y, aunque a que los quebrantahuesos sobrevuelan, se alimentan y descansan con frecuencia en Castril, no se han registrado más muertes en más de un año. La vida vuelve a Castril. Actualmente este municipio tiene un enorme potencial turístico con un magnífico paisaje y el quebrantahuesos como principales atractivos y motores de un nuevo modelo de desarrollo rural, en el que se den la mano la preservación de las tradiciones con la conservación de un ecosistema de valor excepcional. Hoy, Viola, Zafra, Marchena y Encina, junto a Hortelano, Huescar, Quiteria y Blimunda, más Tono y otras aves liberadas que ya no portan emisor ni marcas alares pero que siguen viéndose en la zona, pueden vivir más tranquilas que en el pasado. La lucha contra el veneno continúa y aunque se pierda todavía algún quebrantahuesos más, una nueva esperanza se abre ahora ante ellos. Fuente: Fundación Gypaetus.
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